La TERAPIA DEL RITMO es un momento para encontrarse, para tranquilizar la apresurada marcha que significa la vida cotidiana. En un primer momento se trabaja en base a diversas actividades musicales tales como: imaginerías, cantos guiados, bailes etc. en donde cuerpo, mente y espíritu entran en un estado sereno y contemplativo.

El objetivo de la experiencia es que el participante quede abierto y receptivo a jugar, dejarse llevar y comunicarse a través de la música (dejando atrás el miedo y la vergüenza de participar, desarrollando la capacidad de autoexposición). Cada actividad musical invita a descubrir la voz y el cuerpo como instrumentos de expresión primarios y naturales del ser humano. Cantar, gritar, susurrar son formas de exteriorizar nuestras sensaciones y sentimientos. Percutir utilizando partes de nuestro cuerpo nos hace sentir el ritmo desde otra perspectiva, así como también nos ayuda a encontrar nuestra cadencia interior.

La actividad continúa con diferentes ejercicios de percusión utilizando ya no el propio cuerpo si no un instrumento. En un comienzo, de manera individual el participante descubre el ritmo y experimenta con él, trabajando de menor a mayor dificultad para lograr dominar diferentes ritmos y ejercicios; entrando lentamente en un estado diferente de conciencia, para posteriormente, realizar de manera grupal ejercicios de percusión con el fin de experimentar el trabajo en equipo, donde cada individuo es una parte fundamental de un ritmo mayor. Aquí se vivencian de manera lúdica aspectos como la concentración, coordinación, confianza, sensibilidad, creatividad y respeto.

Finalmente se invita a los participantes a reflexionar sobre todas las actividades realizadas. A decantar las vivencias y sensaciones experimentadas, haciendo conexiones entre la actividad y la vida cotidiana de cada uno. El espacio funciona como un plenario donde cada uno comparte con el grupo sus aprendizajes y descubrimientos.